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Con el “estado de alarma” y la cuarentena se disparan los casos de agresiones policiales

Con el aumento de la presencia de policías y militares en las calles y el reforzamiento legal y material del aparato represivo, se han disparado los casos de abusos, agresiones y violencia policial.

Alejandro Bravo

Tuesday 24 March 2020
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En Twitter, varias personas han compartido vídeos de detenciones en las que policías insultan, amenazan, golpean y detienen brutalmente a personas por encontrarse en la calle y, supuestamente, no respetar la cuarentena.

Pero no solo en la calle, estas amenazas y agresiones se están produciendo también en hogares a los que la policía intenta entrar sin orden judicial, como muestra este otro vídeo:

Incluso seguridad privada se suma a este ambiente represivo. En el siguiente vídeo, guardias de estación de Renfe retienen a un hombre que vuelve de trabajar y amenazan a una mujer que les increpa por su actuación:

Las medidas punitivas aprobadas para mantener el confinamiento han proporcionado un enorme apoyo a las fuerzas represivas para desatar lo que ya es su naturaleza racista y antipopular. Así, poco después del decreto de alarma se multiplicaron las paradas y detenciones a migrantes y personas racializadas tal y como denunciaron varios colectivos antirracistas.

La mayor parte de la vigilancia policial de la cuarentena se está concentrando en los barrios obreros y populares, donde además las condiciones de las viviendas hacen del confinamiento una experiencia mucho menos soportable. En los vídeos puede apreciarse la prepotencia y el carácter antipopular que comparten los diferentes agentes, la impunidad que sienten amparada por la crisis sanitaria y la militarización de las calles.

En este marco, también genera indignación ver como muchas personas aplauden estas brutales actuaciones. El colmo de este clima de “chivatería social” han sido los insultos que ha recibido una madre con un niño autista, o el caso de una cajera del supermercado que volviendo a su casa fue increpada por algunos vecinos desde sus balcones.

Desde el gobierno de coalición –que deja correr estos abusos– y el conjunto del régimen se ha abonado un discurso del miedo y de culpabilización de la situación, responsabilizando de los muertos o del contagio a las personas que supuestamente no respetan la cuarentena. Se magnifica en los grandes medios de comunicación estas acciones individuales minoritarias, mientras se silencian adrede estos episodios de brutalidad policial. Por supuesto no se señala y somete a persecución a los responsables del deterioro de la sanidad pública, ni a los empresarios que están sacando tajada con esta crisis sanitaria, manteniendo condiciones de trabajo insalubres o despidiendo masivamente.

Como expresaba en un artículo anterior sobre lo que implicaba la normalización de la presencia policial y militar en las calles: “El objetivo real de estas acciones que engendran temor y facilitan el control social, apoyándose en el estado de alarma, no es otro que el de preparar el terreno para medidas más duras y represivas contra la población trabajadora cuando esta comience a rebelarse de forma más generalizada contra las consecuencias de la crisis que los capitalistas ya están generando. Cuando esta, por ejemplo, se niegue a trabajar, como ya ha sucedido en diferentes fábricas y centros de trabajo, en las condiciones a las que se le está obligando los empresarios sin escrúpulos que priorizan sus beneficios a nuestra salud. O cuando empiecen a surgir las primeras protestas populares contra las consecuencias sociales y económicas que va a dejar esta pandemia”.

La policía no está patrullando las calles para protegernos de un patógeno microscópico, sino para mantener el orden social y un status quo que pone por encima los beneficios multimillonarios de los capitalistas por encima de la vida de miles de personas, mientras todos esos recursos en manos privadas no se están poniendo al servicio de una lucha decidida contra la epidemia. En lugar de ello, mientras se rescata a las grandes empresas, se refuerza el control y la represión sobre los principales afectados por esta crisis sanitaria: los trabajadores y las clases populares.

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