Todavía no me creo que hoy, en octubre de 2022, esté escribiendo este artículo. Sí, soy un pedazo de maricón. Y me presento así porque quizás tú, lector que estás dentro del armario (qué expresión tan fea), no tengas nada claro qué está pasando con tu sexualidad, o quizás odies tu cuerpo y no te sientas identificado con él. Nadie nos ha educado para hablar de eso. Pero nosotres estamos aquí para eso.
Vengo hoy también a reivindicarme contra esa idea que existe, de que en el armario estamos más segures. Y yo siempre tengo una frase que dice: “En la vida hay que ir pisando fuerte, pero con tacones de aguja que duelen más, y tienen más poderío de diva.” Y es que nunca debes perder tu esencia, ni muchísimo menos, dejar que nadie te la robe. Si alguna vez has sentido que alguien te la ha intentado quitar, piensa que tu estás muy por encima de esa persona, y que algún día, tú irás con toda tu clase, pisando su cabeza con tus taconazos, y acariciando tu ponytail a lo Ariana Grande.
Te doy este consejo, porque lamentablemente, hoy sigue habiendo “personas”, que no quieren que nos hagamos oír y ver. Sin embargo, aquí estamos nosotres, dándoles el doble de lo que no quieren. Y así tiene que continuar.
Hará cosa de 2-3 semanas, cuando salía de fiesta por la zona de El Casco en Zaragoza, un grupo de chicos acosó de forma sistemática a mi mejor amiga. Ella, llegó hasta las lágrimas cuando, tras una serie de claras negativas a su asedio, ellos le preguntaron si prefería irse con el maricón de mierda que iba a su lado. No hace falta indicar cuál fue su respuesta. Sigue siendo mi mejor amiga.
El pasado miércoles, 12 de octubre salí con otro grupo de amigues también. Yo, vestía una bandera LGTBIQA+ (dato importante). Quisimos entrar en la discoteca Parros, pero el personal de seguridad presente en el momento, no nos lo permitió. Después de mirarme de arriba a abajo, alegó que necesitábamos tener reserva hecha. No nos quedó otra que entrar en el bar de al lado. Pero mi amiga, se quedó extrañada y acudió otra vez a la puerta de la discoteca. Como era de esperar, volvió con el sello tatuado en su muñeca. A todo esto, añadir que varios camareros de bares de los alrededores, iban mostrando muecas que delataban risas disimuladas, e incluso alguno se atrevía a comentarlo con sus compañeros.
Días más tarde, precisamente acabamos saliendo por esa misma zona del casco de Zaragoza. Cuando nos disponíamos a marcharnos a casa, a eso de las 6:30 de la mañana, un grupo de jóvenes (les llamo así por no parecer une cazurre que cae en su mismo juego), comenzó a gritarme de forma vulgar y soez: “Compórtate como un verdadero hombre”. Tras esto, alerté a mis amigues que me acompañaban.
Pues consideré que lo más apropiado era alejarnos de ellos, pensé que tal vez no les importaría agredir o incluso matar a 4 maricones como nosotres. Pero mis amigues me dijeron que ya les amenazaron con apuñalarles, empuñando un cuchillo que portaban.
Me entran ganas de llorar al pensar que en el fondo, esto sólo es la punta del iceberg, de lo que ocurre en nuestra sociedad. Hace unos días salía a la luz desde el Ministerio del Interior una alarmante noticia, los casos de crímenes de odio hacia la comunidad LGTB+ que se denuncian han aumentado un 67% con respecto a los dos años anteriores que se han hecho censos sobre estos casos. Esto no son solo cifras, es nuestra realidad.
Que tiene que ver con la extrema derecha, con sus discursos de odio tanto contra la comunidad LGTB como contra personas racializadas, el feminismo, inmigrantes, pero no solo con la extrema derecha, sino con el sistema entero que la alimenta.
Que se siguen vulnerando nuestros derechos, y no encontramos el amparo que necesitamos como el de la Ley Trans, cuya aprobación, gracias a PP y PSOE, se sigue retrasando, recortando y dejándose como una conquista insuficiente a pesar de toda la lucha por cada uno de nuestros derechos. Que todavía hay gente que no sale del armario porque están asustades ante este panorama. Que sigue muriendo gente, tanto por asesinatos LGTBIfóbicos, como por suicidios. Que Samuel solo fue la cara visible de una larguísima lista de agresiones y crímenes como el que sufrió, o incluso más atroces. Que yo no quiero salir de fiesta con un spray de pimienta por si acaso. Quiero salir de fiesta tranquile, disfrutar, y perrear lo más intenso posible con mis amigues. Que hoy en día, salir a la calle con una bandera LGTBIQA+ se sigue considerando un acto reivindicativo porque la LGTBIfobia sigue existiendo.
Levantémonos y organicémonos en todas partes donde estemos. Salgamos miles a la calle. Tenemos que luchar frente al veneno del patriarcado, que está acabando con la vida de millones de personas, y arruinando otras tantas. Y debemos hacerlo todes juntes. Así que ámate, ármate, lucha, y brilla con luz propia (que el sol nunca brilló con luz ajena).